Había una vez una niña que tenía la cara en el culo y el culo en la
cara. La única cosa que su cara podía realizar era abrir la boca para expulsar
la comida digerida por su metabolismo, ya que, a pesar de que tenía dos ojos,
éstos eran ciegos, y aunque también tenía dos orejas, no podía escuchar por
ellas. Para hablar, abría y cerraba los cachetes de su culo, con lo que su voz
semejaba esos prolongados, intensos y renovadores gases que puede uno tirarse
una bella mañana sobre algún árbol marchito.
Esto resultaba un problema, pues, aunque vivía en una sociedad
profundamente liberal y nadie miraba con malos ojos estas deformaciones, ella
tenía un deseo metido en lo más hondo de su corazón: convertirse en una
supermodelo.
Al principio, todas las grandes agentes publicitarias la rechazaron por
evidentes motivos, pero la joven muchacha nunca se dio por vencida. Comenzó
ella una gran campaña contra la discriminación hacia los hombres con cara de
culo, ganándose el apoyo de los siempre benignos y humanos partidos de la
izquierda y el centro, y pronto su causa logró llegar a ser masiva. El gobierno
finalmente se dio cuenta de que esto podía ser problemático, por lo que decidió
darle trabajo a la niña, que acabó transformándose en una de las mujeres más
buscadas y mejor pagadas del planeta. Según se dice, su fama llegó a tal punto,
que acabó cambiando la mentalidad de los hombres para con las que sufrían estas
dolencias, haciendo que ellos tuvieran hacia ellas una particular atracción,
razón por la cual no muchas décadas después pasaron a tener categoría propia en
la mayoría de las páginas porno.
Moraleja: Sigue tus objetivos siempre con constancia, aunque sea bajo
métodos alternativos e incluso considerados extravagantes. Dios puede darnos lo
que buscamos por extrañas maneras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario